La verdad es que este último partido nos puede simplificar perfectamente el cómo ha sido buena parte de esta raruna temporada en el campeonato nacional liguero de la linda muchachada, a saber: otro primer tiempo tirado a la basura absurdamente, una segunda parte en la que se vio a un equipo que cuando tiene decisión y determinación sabe y debe de tomar las riendas de los encuentros y puede dominar a cualquier rival que se proponga, complicaciones finales absurdas también que siempre nos hace pasar más apuros de los debidos, falta de gol en jugadores claves, y siempre nos terminamos quedando con ese sabor de boca final de que se podría haber hecho algo más de lo acontecido, pero que ese inconformismo también es cierto que nos impide ver la perspectiva de que a dicho nivel de obligación nos ha “acostumbrado” Don Diego Pablo Simeone, con sus muchas luces, y alguna que otra sombra.
Partido disputado en horario de chulo-putas, y un Domingo. Con un par. No es de extrañar la protesta inicial de la grada Ultra del equipo rival, aunque a la Real le dio un poco igual no contar con su apoyo. El encuentro comenzó con un ritmo más propio de pachanga veraniega del Trofeo Naranja que otra cosa. Sin embargo, los donostiarras poco a poco fue creciendo en esta primera parte, y el Atleti, por su parte, exasperaba a la par que desesperaba a la hora de realizar un simple control del balón y que nos durase el mismo algo más de tres-cuatro segundos seguidos. A veces no parecen ni jugadores profesionales. Unos pases sin sentido alguno, unos controles del esférico rozando lo insultante, cosas inadmisibles en un equipo como el nuestro, de verdad. Cuando estamos en ese plan, es difícil no andar mientras arrancándote una uña de cuajo, o jugando con una muela moviéndola sin parar para que te empiece a doler a rabiar de verdad, o andar tirándote del pelo impunemente hasta lograr arrancarte un buen puñado del mismo. Ver al Atleti en ese estado me produce tales sensaciones. Y claro, el equipo local te ve, se crece, y va a por ti sin piedad, como hizo en esta primera parte la Real. Afortunadamente, un tal Rafael se convirtió en nuestro mejor defensor, visto que Reinildo no se enteraba ni del nodo, Felipe es un tipo del nunca te puedes llegar a confiar del todo, Savic estaba también en un extraño tono semi-apático, y el Lechugo Llorente sigue perdido en su mundo de zumos de remolacha desnatados como lleva toda esta temporada. Dos goles tuvo el extraordinario cantante, dos tantos de libro que terminó fallando delante de Oblak. Que nadie lo dude, Rafael es del Atleti. Y Raphael también, ya puestos. Con este milagroso empate, se llegó al descanso.
La segunda parte fue otro partido. El Atleti salió mandón, con personalidad, con ganas de defender esa camiseta dignamente, de demostrar que hoy por hoy es mucho mejor equipo que la Real, y la máquina empezó a funcionar como eso … Un puta máquina de jugar al fútbol. Un rodillo. Qué puto placer verles así, oigan. El primer aviso, nada más empezar este periodo, en remate de Cunha que rebota en un defensor donostiarra y repelió en el larguero, botando posteriormente el balón dentro del campo. Diez minutos más tarde, prodigiosa recuperación de King Kondogbia (que dejó de pensar en las Bahamas en ese jamaicano primer tiempo que también se nos marcó el colega y realizó una segunda parte primorosa), el dorsal número ocho cede el balón sobre De Paul, éste la pisa y lanza un zambombazo brutal que se cuela como una exhalación el la portería defendida por Remiro. Un chicharrazo total.
El Atleti fue superior en todo en este segundo periodo, especialmente en lo que más me sorprendió: arrolló a la Real también físicamente. Empezó a caer el diluvio universal, y los del Manzanares, en dichas circunstancias, se suele mover como pez en agua, nunca mejor dicho. Otros diez minutos más tarde, King Kondogbia que vuelve a hacer de las suyas, robó el balón tantas veces como le hizo falta, Koke dentro del área que cede a nuestro Angelito Correa, y éste, de disparo con el interior del pie ajustado al palo, bate de nuevo al guardameta local. Un gol con la firma y sello del argentino, muy suyo. La cosa parecía sentenciada. Y más amplio debió de ser el tanteador, tras otra contra prodigiosamente conducida por Carrasco, que vio a la perfección el desmarque de nuestro dorsal número ocho, pero que el susodicho nos volvió a demostrar que es más fácil que yo me aprenda a la perfección todos los nombres, pseudónimos, motes y demás monsergas de mis colegas, que él vuelva a anotar un nuevo tanto que tanta falta le hace. Señor, llévame pronto.
Y al final, con todo el estadio celebrando como locos la danza de la lluvia, vino una Felipada en una mano clara al borde del área suya, que ese demonio denominado Januzaj remató a puerta, Oblak despejó el balón como si estuviese utilizando un matamoscas para desprenderse del mismo, y el esférico le cayó muerto a un tal Guridi que puso el 1-2 en el marcador. Y aún tuvieron otra ocasión posterior, en otra falta made in Felipe, pero no todos los días es fiesta en casa de los veladores de los autobuses ajenos. Lo dicho: el partido resume a la perfección nuestro devenir en Liga en la presente temporada. Hubo de todo, pero al final todo se resolvió. Podía haber sido mucho mejor la cosa, también mucho peor. Bueno está.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Si es por la primera parte mandaba a todos, sin excepción, a Siberia. Pero en la segunda destacó Carrasco, fue resolutivo De Paul, apareció Correa, pero el que de verdad reaccionó como un puto crack fue King Kondogbia. Entusiasmante a más no poder.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
La defensa estuvo horrible. Pero horrible. La banda de Reinildo fue Preciados en Navidades. Savic realizó cosas muy extrañas e impropias en él. Felipe es Felipe, un tipo del que nunca te puedes terminar de fiar (ni para bien, ni para mal), como ya os he comentado anteriormente, y el Lechugo nada. Un caso perdido este año. Ni siquiera Oblak anduvo muy allá.
ÁRBITRO: Gil Manzano.
Me vais a matar, pero no estuvo nada mal (y ojito, que podía haber echado perfectamente al alocado Reinildo, en una acción que hasta me pareció roja directa y todo). También hubo una absurda carga de Felipe sobre Portu dentro de nuestro área que, cuidado, cuidado (si, Felipe debería de jugar con camisa de fuerza, cada día lo tengo más claro también) en un puto balón que iba a ningún lado. Todo lo demás sin complicaciones, aunque me pareció ver un penalti sobre Carrasco en la segunda parte, pero vamos, me conformo, tratándose del interfecto en cuestión, con acabar ayer con 11 el partido.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (- 5 GRADOS).
El Termómetro considera que este encuentro, tras la irregular temporada desarrollada por la muchachada, era de obligado cumplimiento, para despedir el año con algo de orgullo y dignidad, y actúa con su soberanía y gallardía habitual, dejándolo en 5 grados bajo cero. Y es que, estimados Hermanos míos, así han sido las cosas, y así se las hemos contado.
Y hasta aquí la penúltima crónica de la temporada. Próximamente, en las mejores pantallas … “Puntuaciones Finales: La Madre de todos los Termómetros”. Y no. No se van a repartir sugus precisamente, ya les vamos anticipando … “Lucho contigo días, meses, años. Sin que me importe”.