“Hoy es día de fiesta, señores. Juega el Atlético de Madrid”. Con esta frase, nos da sus buenos días particulares siempre, mi Hermano Don Raúl Molinos (un hombre bueno, respetable y de bien) cada vez que hay día de partido. Da igual competición, rival, fecha … Siempre permanece fiel a su cita de amenizarnos el día con su mensaje habitual. Y la verdad es que sí, se me está impregnando más como dogma de fe en mis convicciones rojiblancas dicho mensaje, hasta el punto de que ayer, por ejemplo, estuve todo el día con esa sensación de ser día festivo grande, pero de verdad.
Don Raúl (que bien sabe que, por estos lares, se le quiere, y se le quiere bien, a pesar de que le siga debiendo esa eterna visita que nunca termino de ver fecha en dónde diablos encajarla), anda pasando en estos días llevando como puede esas zancadillas que te va jugando la vida de vez en cuando, y que ha dado con que su padre ande recuperándose poco a poco en un hospital. Pero, ni aún por esas, su mensaje varía en ningún solo día de partido. Por eso, desde aquí, con más o menos inspiración, pero con todo el cariño del mundo, le quiero dedicar esta crónica con el propósito de que, finalmente, todo salga bien. Muchas gracias por todo, Hermano.
Dedicatoria aparte, vayamos ya al encuentro. En la primera parte el Atleti nos ofreció otra buena dosis de buen fútbol en su más puro estado. Intensidad, colocación, concentración, descaro, dominio, presión, velocidad, y todo ello, sin conceder siquiera una triste ocasión de gol que llevarse a la boca al rival. Si eso no es jugar bien al fútbol, que venga Ben Barek y que lo vea.
Riquelme tuvo de premio la titularidad en el equipo tras sus destellos de calidad innegociables que ha ido mostrando de menos a más, y terminó realizando un primer tiempo colosal, la verdad. Porque mezcló toda su verticalidad, rapidez y agresividad de cara a portería, con la cabeza para pensar en la mejor opción siempre a la hora de saber qué hacer finalmente con el balón. El chaval es como un tiburón, cuando huele sangre, no pierde un instante en conseguirla. Personalmente, estoy muy ilusionado con la forma de hacer de este chaval.
Ya a los 6 minutos nos pudo poner en ventaja en el marcador, pero Sivera respondió con una gran intervención. Tres minutos más tarde la tuvo Hermoso (necesita ya con cierta urgencia un buen corte de pelo), en un cabezazo tras un buen córner lanzado por Diosito Grizzi.
A partir de ahí, el Atleti se puso en modo ciclón y no paró hasta conseguir su objetivo de batir al guardameta visitante. Una galopada del desatado Tiburón Riquelme la cabeceó fuera Morata, cuando lo tenía todo para conseguir el primer tanto de la noche. Después tuvo otra opción cabeceadora el propio Don Álvaro, hasta que, en el minuto 26, Diosito ve el enésimo desmarque de Morata, éste se gira dentro del área y pone un centro tocadito hacia el segundo palo, en donde aparece nuestro Tiburón favorito Roro, para el balón con el pecho, se deshace sin piedad de Gorosabel y bate a Sivera por su palo más cercano utilizando el mejor recurso del que disponía: a bocajarro y con su pierna zurda. Un golazo como otro cualquiera, para qué lo vamos a negar.
El Atleti siguió a lo suyo, jugar al fútbol disfrutando y haciéndonos disfrutar como si no hubiese un final, y el Alavés intentó aguantar el chaparrón colchonero como buenamente pudo. Así, en el 38 Diosito se plantó solo delante del portero al rematar, inocentemente, eso sí, un buen servicio de Nahuel Molina a las manos del cancerbero. Merecía mucha más ventaja el Atleti, y en el descuento obtuvo su justa recompensa. Don Koke se pone su toga magistral, lanza un maravilloso pase sobre Don Álvaro Morata, éste recorta con maestría (y algo de fortuna también, por qué no decirlo) a un tal Sedlar, ya dentro del área, y de remate cruzado y colocado a la escuadra, bate al señor Sivera de nuevo, poniendo el más que justo 2-0 en el marcador. El Metropolitano también disfrutaba de un auténtico día de fiesta.
La segunda parte ya fue algo más anodina que esta brillante primera. Por un lado, el Atleti se sabía hacedor de sus deberes casi en tu totalidad, y, por otra, el Alavés espabiló sobre el terreno de juego, y aún sin crear apenas peligro, si es verdad que controló un poco más los relámpagos contragolpeadores rojiblancos. Y, aún así, debimos de ganar el partido con bastante más holgura, pero como esto de los árbitros sigue siendo una ciencia por descubrir, al menos, en lo que al menda lerenda respecta, pues eso. Que al final hasta nos agobiamos un poquiño en el último instante y todo.
En el 70 llegó la movida promovida por el ayuntamiento. Jugadón en velocidad de Llorente por la derecha, Duarte realiza un auténtico homenaje al campeonato mundial de rugby recientemente disputado, intentando blocar a Marcos sin éxito alguno, éste llega hasta la línea de fondo, y su pase de la muerte lo remacha a placer Diosito Grizzi. Pero el final de esta linda acción ya la sabemos todos. Gol anulado al bueno de Antoine, ante el cabreo (más que justificado) del personal presente, y adyacente.
Vamos ya por el 80, y otro jugadón del Atleti, en una contra fulgurante conducida por Barrios, delicatesen en forma de tacón de Diosito, devolviendo la pared al canterano, y de canterano a canterano, y tiro porque me toca, es decir, cede el balón a Tiburón Riquelme, y su remate cruzado hace que se luzca de nuevo con una gran intervención Sivera.
Y al final pues lo que suele pasar. El Alavés comenzó a crear peligro especialmente personificado en la figura del bullicioso Hagi (hijo del Hagi que estuvo en el Barsapasta y el tercer o cuarto equipo de la capital de España), que en el 84 apunto estuvo de conseguir el primer tanto vasco en un buen remate cruzado de volea.
Por su parte el Atleti, ya en pleno descuento, la tuvo de nuevo en otra contra de Pableras Barrios en la que Angelito Correa le medio birló el tanto a Grizzi, y en el minuto 96 (tampoco entendí este descuento tan completamente deformado para lo que pasó en realidad en el partido, la verdad) Gorosabel se aprovechó de un inoportuno resbalón de Witsel, se adentró hasta el fondo en velocidad, centró a placer y remachó Guevara desde el borde del área fusilando a Oblak, que llegó como un par de segundos tarde a la acción, lo que impidió que, al menos despejase, un balón que parecía poder haber evitado el tanto.
Da igual. Al final, los tres puntos se quedan aquí. Decimocuarta victoria consecutiva en casa (igualando nuestro récord histórico), y el Metropolitano respira finalmente tranquilo, y feliz. Porque la fiesta continua. Y es que, hagan caso a Don Raúl el bueno, justo y ponderado: Hoy es día de Fiesta, juega el Atlético de Madrid.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Muy buen partido de Molina, Boney M. Witsel estaría entre los elegidos si no hubiese sido por ese tontorrón resbalón final, así que me quedo con los míos de verdad: canteranos al poder. Nueva clase magistral de Koke y cómo mover a tu antojo al equipo a la velocidad de la luz, y Tiburón Riquelme, que cuajó un excelente encuentro, y que tiene cada día que pasa más expectativas ando creándome alrededor de su figura. Bravo por los dos.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
El puñetero Club y la tontería que le ha dado ahora de hacer coincidir en horario tanto al equipo grande como al Madrileño. Por supuesto, he puesto una queja formal en tiempo y forma y espero respuesta, porque un partido bueno está, pero dos, consecutivos encima, quiero ver si esto va a ser la tónica de verdad o que es que son así de simples, de dejados y de golfos que les da igual ocho que ochenta. Os mantendré informados (si se dignan en contestarme, claro).
ÁRBITRO: Muñiz Ruiz.
La jugada del gol anulado (mal anulado, por supuesto) de Diosito pasará a la historia de la colección de despropósitos con que nos sigue brindando esta peña semana sí, partido también. Que alguien me corrija si me equivoco, pero jamás vi a un cuarto ábitro de rearbitrar una acción de campo en la que, se supone, él no pincha ni corta, ya que su principal función suele ser la perra chivata, de si alguien del banquillo ha insultado a no sé quién, o de mosca cojonera para los entrenadores, para no dejarles hacer su trabajo en condiciones. Y a todo esto, ¿El VAR, en esto no puede entrar tampoco?
Uno de los conceptos básicos y principales que debe de tener un colegiado, una de sus máximas, es que no puede verse beneficiado jamás un infractor por una acción ilegal y temeraria. Pues bien, ayer el señor Muñiz (apellido de triste figura, ya puestos), consiguió exactamente lo contrario. Un auténtico disparate.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (17 GRADOS).
Partido de obligado cumplimiento, como no puede ser de otra forma. Tras varias jornadas de continuas subidas, esta se mantiene en su primaveral temperatura de esos espléndidos 17 grados.
Esto es un no parar, suma y sigue Don Álvaro sin cesar. Y ojito, golazo antológico en Glasgow (complicadísimo remate de cabeza mediante) y ayer, jugadón individual incluido, para gozo y deleite del personal, así que, después de todo esto, ya anda a un solo tanto del ecuador de mi objetivo marcado, y si … Aún estamos en Octubre. Seguiremos disfrutando.
Nada más, que al final se nos ha quedado un lunes bastante más nublado y triste de lo previsto, por cuestiones que ahora no vienen al caso. El viernes, vamos a ver cómo se nos da el viajecito a Las Palmas “Cantemos todos al equipo que adoramos, Cantemos todos Forza Atleti Campeón”
“¿Cómo debe ser no estar paralizado por el miedo y el desprecio por uno mismo?”.