Una de las cosas que más me están
gustando de este año, referente al Atleti, es la capacidad que anda teniendo el
equipo de adaptarse a distintas vicisitudes y circunstancias de todo tipo y
color. Tras el bache y desconcierto inicial de las primeras jornadas (más
producto de la impaciencia que producen los resultados adversos, los lógicos
trastazos que ha ido dando el Cholo hasta ir haciéndose a la idea de lo que
tenía y cómo lo tenía, la falta de acoplamiento de los jugadores contratados,
en definitiva, la obligación de jugar una pretemporada en plena competición,
precisamente por la ausencia de la misma), hemos ido comprobando diferentes
modos de afrontar los partidos la muchachada.
Todo empieza a raíz del partido
del PSG, en la que contemplamos una versión bastante conocida de nuestro
Atleti, la del sufrimiento continuo, del desgaste, del aguantar lo indecible,
la del orden defensivo, para sentenciar en el último suspiro. El Atlético
superviviente.
Después, en Valladolid o en Champions fuera de casa hemos visto la versión del Atleti martillo pilón. Machaca a sus rivales a base de goles sin parar. Sin embargo, en Copa hemos visto el Atleti obrero. A remangarse y a currar tocan a base de adaptarse a las circunstancias de los rivales que teníamos enfrente y escenarios que suelen conllevar dicha competición.
Cómo no, nos la gozamos a tope
con ese Atleti que no pierde la fe, con el equipo que nunca deja de creer, con
el que no se rinde jamás, con el que derrocha coraje y corazón en todos los
poros de su piel, el Atleti jabato, como resultó el día del Sevilla.
Y ayer nos tocó, por qué no,
disfrutar también, aunque sea de otra forma igual menos vistosa para el
espectador, del Atleti ordenado, pertinaz, solidario. De un Atleti en la que el
sentido “equipo” tuvo su máximo exponente, un Atlético roedor, un Atleti continuo, un Atleti constante: el Atléti Paciente.
Porque los encuentros frente al
Getafe suelen ser así. Hay que ir trabajándolos, ir desgastándoles, no perder
la calma, jamás desesperarse, que nuestro momento, llegará. Y así fue el guión
exacto que se escribió ayer. Despacito y buena letra. Y, por fin, y gracias a la
vuelta a la animación de la muchachada del Frente, empecé desde el
primer instante enganchado a que estaba viendo un partido del primer equipo del
Atleti de verdad, con la grada vibrando y latiendo al son del encuentro.
Llamativo, eso sí, el detalle de que no se corease en ningún momento el nombre
de Don Diego Pablo, por un lado, y de ningún jugador en particular, por otro,
así como el saludo final al término del partido entre los jugadores y el Fondo
fue frío, distante y muy breve. Las heridas provocadas por los delincuentes del
palco, como es normal, están en pleno proceso de cicatrización, así que, sana,
sana, colita de rana.
El Atleti fue dominador del
encuentro de cabo a rabo. Tuvo momentos de buena circulación de balón, otros
(los menos) de imprecisión en la misma, pero fue constante y consistente,
especialmente comandado por esa banda izquierda en la que Opá Galán se ha quedado
sin cemento armado de tanta y tanta bocaza que anda tapando.
A los 13 minutos tuvimos la
primera gran ocasión del encuentro, en un centro de Llorente al que Lino llega
a rematar emulando al mismismo Don Radamel Falcao, pero su toque se fue
lamiendo al palo. Cinco minutos más, tarde, esta vez fue De Paul el que puso
otro gran pase de los suyos hacia el el propio Samu Lino, pero de nuevo el
brasileiro mandó fuera la pintiparada ocasión. Este primer tiempo terminó con
otra buena acción atacante, que el gran Julián Álvarez remató algo manso a las
manos de David Soria, y una final posterior, en la que Galán puso un centro potente
sobre el área, Giuliano emuló esta vez a Don Jose Eulogio Gárate, se anticipó a
Juan Iglesias, pero su cabezazo cruzado al final salió lamiendo el palo. Con el
0-0 inicial nos fuimos al descanso.
En la segunda parte los
Cholo-cambios esta vez estuvieron insuperables. Quitó a Lino y sacó al “difícil
de comentar” (copyright, mi cachorrín David, perfecta definición la suya, vive
Dios) Capitán Ahab Sorloth. Parece enfadado con el mundo este hombre, su
primera acción demostró una torpeza supina en un balón que le puso Llorente
dentro del área, pero que no supo si lo que le habían mandado era una coliflor
o un repollo.
Poco después entró Molina por el propio Lechugo, y una vez los dos interfectos en el campo en cuestión, resultó que el propio Nahuel puso uno de los pases más majestuosamente tocados hacia el segundo palo que he visto en bastante tiempo en el Metropolitano, el inoperante Capitán Ahab leyó el mismo a la perfección, tirando el demarque hacia la espalda del defensor, y de un toque de cabeza sutil y perfectamente calculado, cruzó el balón ante la portería de Soria, poniendo el ansiado 1-0 en el marcador. El gol es, sencillamente, de exposición. Y aquí supimos todos que se terminó el partido.
Minutos finales de mero control
del mismo, sin pasar el más mínimo apuro en defensa, y tres puntazos de oro
que nos llevamos a la buchaca. Vimos la cara de este Atleti más frío,
calculador, controlador, pero confiado al máximo en su potencial. La versión
paciente de nuestro Atleti. Un Atlético Camaleónico.
Árbitro: Soto Grande.
¿Saben lo que es el mal? Pues este hombre bien podría ser la
personificación del mismo. Es un ser soberbio, despreciable, con ademanes
chulescos, sibilino, ruin y miserable, que intentó por todos los medios que no
nos llevásemos la victoria final a base de obviar faltas del contrario,
freírnos a tarjetas, e intentar desestabilizar a la muchachada de la mejor
forma que supiera. Dicen por ahí que los cánticos generan violencia. También lo
hace el material del Frente, o el enseñar el escudo de tu máximo rival
con un símbolo de prohibido. Pues bien, si todo eso resulta violento, qué
podemos decir del ínclito Soto Grande de mierda en cuestión. Por momentos, tuve sensaciones parecidas a hace un montón de años en un Atleti-Zaragoza con Álvarez Margüenda haciendo el sinvergüenza. El mal. Es el mal,
sin más.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Me gustó muchísimo la pareja de
centrales esta vez, con un Lenglet que se lo está poniendo en chino filipino al
bueno de Le Normand, y con un Comandante Giménez en su línea imperial que tanto
me encandila, pero para mi el partido tuvo 3 personajes principales. El trabajo
constante y la voracidad ofensiva de Javi Galán, la omnipresencia y
personalidad echándose el equipo a la espalda de De Paul, y el trabajo
incansable del entusiasmante Julián Álvarez. Tres tipos a los que confiaría
ahora mismo mi vida sin dudarlo.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
La vergonzosa a la par que vergonzante caza de prendas del
Frente Atlético realizada por los ACAB y adláteres chupapollas al servicio de
los delincuentes del palco. Que pena de vida, madre.
Podría llevar muchos más, pero bien es cierto que no juega
todos los minutos ni mucho menos, así que, seguiremos expectantes.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (-4 GRADOS).
Que redoblen los tambores, señores … Síiii, pesaos, si … Subidón,
subidón de 2 gradazos, nada más y nada menos. Para que vean lo magnánimo y
contento que anda el Termómetro con la imparable racha del equipo. Si es que se
me quejan por todo, carallo …
Y el sábado, Barcelona, para acabar el año dando un puntapié
de los que duelen, pero de verdad. Nada se conseguirá si se vence en
Palancolandia, cierto. Tampoco nada se perderá. Pero hay ganas, hay ilusión,
hay esperanza, hay equipo, y, por qué no, hay que intentarlo. O morir en el
intento, lo que más rabia le den … “Junto
a ti, hasta morir” …