La
Copa es un niño viendo una final
cualquiera desde el sofá de su casa, con su rojiblanca puesta, y emocionarse
hasta el éxtasis con un remate de cabeza en plancha de Don José Eulogio Gárate.
La
Copa es disfrutar de tu primera final
en tu vida, en el campo de tu más acérrimo y odiado rival, estando en minoría
tu gente en la grada, a pesar de jugar en tu propia ciudad, y seguir saboreando
como si fuese ayer mismo del milimétrico pase de escuadra y cartabón del
Maestro Chus Landáburu para crear una contra genial que nos elevase a lo más
alto del cielo de Madrid, si cabe.
La
Copa es desplazarte a Zaragoza, y
llorar tanto de tristeza por el robo cometido por cierta Morsa de cuyo nombre no
quiero acordarme, como de rabia por tener que volver sin lunas en tu autobús
debido a que unos perros malnacidos, cobardes de esos que, encima, suelen ir de víctimas por la vida, decidieron al instalarnos el aire acondicionado en dicho vehículo por su cuenta y riesgo.
La
Copa es que te saquen por la tele con
la cara pintada como un indio rojiblanco haciendo corteo desde Atocha, mientras
los ACAB me terminan requisando una bengala cuando ni siquiera aún la había
prendido.
La
Copa es extasiarte hasta el infinito
y más allá, cuando la consigues frente a tu máximo rival, en su puta casa,
no dando casi nadie un duro por nosotros (lo habitual, por otro lado). Y no una, sino todas las
veces que se han dado dicha circunstancia.
La
Copa es un Dobleti, yendo en un tren cargado de ilusión y
desenfreno, desplazando desde Madrid miles y miles de tipos completamente
chiflados, seguros de nuestro primer título en esa gloriosa temporada, auténticos Reyes de la Furia Española.
La
Copa es darte un baño de identidad en la lejanía, de tu propia
sangre, de tu propio equipo, en estadios ajenos, mientras uno de tus rivales te
medio humilla en ese inhóspito e impersonal estadio de la Cartuja, y el otro
recoge las migajas de lo que ya apenas quedaba de por sí en Valencia, sin importar ya
descenso ni pérdida alguna.
La
Copa es aún en la derrota llorar de
la mayor felicidad posible que hay en este mundo, que no es otra que ser del
Atleti, en una Barcelona que sufrió la mayor invasión de una afición rival que
se recuerda.
La
Copa es volver a levantarte de nuevo
en el Santuario de tu mayor rival, empezando el nuevo camino que andamos
peregrinando en la actualidad, desde la llegada de nuestro Pastor el Cholo.
La
Copa es mi madre, que aún siendo pequeñajo, no me quiso quitar la
ilusión de poder acudir a la final de la Real, ni del Athletic, nila del
Mallorca, ni del Madrid, siempre cogido de su mano, y poder celebrarlo luego juntos en Neptuno (sin ella,
su sacrifico, su protección y su impagable compañía, nada de todo esto hubiese
sido posible).
La
Copa es “Radomir te quiero” cantándolo a todo trapo durante 15
minutos sin parar, aún con el sabor amargo de la incontestable derrota. La Copa
es el “Viva España”, aunque a nuestros rivales no les haga demasiada gracia el
presumir de nuestras raíces verdaderas. La Copa es Alfredo Santaelena, Futre,
Schuster, Pantic, las lágrimas de Tiago, Miranda …
La
Copa es Soria, Almazán, Marbella, Málaga, bus viernes 4 de la
mañana, regreso domingo 7 también de la mañana. La Copa es previa tan celestial como la
de ayer, en la que casi nadie faltó, en la que nunca ninguno nos sobrará. La Copa es felicidad,
es alegría, es pasión, es desborde de sentimientos, está loca, tan desmelenada
como estuvo ayer nuestro Atleti, realizando uno de los mejore partidos que yo
recuerdo desde hace ya bastante tiempo. Porque ayer el Atleti fue poseído por
completo por el espíritu de Don Rubén Ratón Ayala, y, melena al viento, se
revolvió como un huracán desbordado sobre nuestro vecino rival, despedazándolo
sin piedad alguna, porque, precisamente es eso: la mejor forma de respetar a un
rival, es ir a por él sin desmayo ni piedad alguna.
El Atleti ayer le hizo el mejor
homenaje posible a este torneo, porque jugó tal y como resulta ser la idiosincrasia del mismo, de forma vigorosa, eléctrica, tac-tac, desbordada, en plan máquina
Terminator total. Por supuesto, la grada también aportó lo suyo, y se notaba en
todos nosotros esa vuelta de tuerca más, ese cántico entonado con más fuerza, más alto, más vigoroso, esa alegría desbordada con los tantos, esos abrazos de gol, esas benditas
chuches de la suerte.
Pronto empezó el festival de nueva máquina de matar recién adquirida, la poderosa Terminator-Giuliano, imperial a la vez que
letal durante toda la noche, rematando de cabeza a gol una excelente asistencia
de Don Javier Opá Galán, que ayer pareció que la lesión le ha venido de
maravilla, tras el espectacular encuentro que realizó.
Al poco más del cuarto de hora inicial, jugada de tac-tac-tac en una contra brutal conducida por Julián Álvarez, dejada posterior para las escuelas de fútbol, y al primer toque, de De Paul, viendo la llegada fulgurante de Terminator Giuliano, y remate inapelable del Simeone Junior poniendo el 2-0 en el marcador. Recuerden: Tac-tac-tac. No puede haber nadie en este mundo tan feliz.
Al borde del descanso, la guinda
a este magnífico pastel futbolístico en esta primera parte para soñar, y soñar,
y soñar, y no dejar de soñar: Lino controló, Lino mandó descansar al defensa
getafense que le cubría, Lino contempló, vio y ejecutó como mandan los cánones
de nuevo: remate cruzado y ajustado al palo contrario del portero. Lino vuelve a
ser el del año pasado, ya no es rumor, es una plena confirmación total. 3-0, y
a volar.
La segunda parte demostró que la
Copa es también de nuestra segunda línea de fuego. Y eso que el Atleti continúo
igual que acabó en la primera parte, e, inclusive, con la que comenzó el
partido: asistencia de Javi Galán, gol de Terminator Simeone. Sin embargo,
dicen que Opá tenía la manga de su rojiblanca camiseta en fuera de juego …
Dicen …
Por supuesto, la Copa puede
llegar a ser para Musso, nuestro imbatido e imbatible guardameta. Le llegan
poco, pero ataja aún mejor. Su grado de concentración que mantiene, a pesar de los pocos encuentros que
disputa es digna de elogio y admiración. No tengan la menor duda, ahí hay portero, Señorías.
La
Copa es Angelito Correa, y su letal
latigazo fuera del área y ajustado al palo, todo un tanto de bandera (4-0), y
la Copa puede ser de Sorloth, en otra fantástica jugada protagonizada por el
mismo y Marginal Correa, emulando el tac-tac del primer tiempo. 5-0, para
enmarcar, para guardar en nuestro baúl de los mejores recuerdos posibles, una
noche fantástica, sin parangón, borboteando colchonerismo rojiblanco por todos
los poros de nuestros cuerpos.
Ayer fue el cumpleaños de Don Eduardo del Atleti (@EduardoDeAtleti) y a él le quiero dedicar hoy estas disparatadas
líneas con las que voy a intentar hacerles pasar un rato medio-entretenido, al
menos. Gracias por representarnos también en todos los espacios de opinión en
los que participa. Lo hace con inteligencia, con saber estar, con clase, no carente de acidez, y con
suma distinción. No se extrañe, Amigo, que el Atleti, por su parte, le
recompensase con la exhibición portentosa de ayer. Dicen que cada uno suele
tener en la vida lo que se merece, y el Atleti de vez en cuando se toma esas cosas muy en
serio y, por lo tanto, actúa en consecuencia. Y recuerde siempre: se le
quiere, y se le quiere bien.
No tengo ni idea de si vamos a
ganar la Copa o no. Quedan 2 partidos ahora que se nos pueden transformar en
misión imposible, tal y como nos ocurrió la temporada pasada. Por eso mismo, no
debemos ni de aflojar en nuestra intensidad, ni dejar de derrochar ilusión tal
y como hicieron todos los presentes en el fantástico corteo previo que se le
hizo al equipo. Es importantísimo que no dejemos de soñar, porque, ¿Saben lo
que les digo? Sí. Estamos disputando la auténtica Copa de nuestras vidas.
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