Después, vi a ratos un poco del Sevilla-Athletic, en la que el árbitro señala un penalti a favor del equipo sevillano digno de estudio, porque es una acción en la que no existe nada de nada. Acción que resultó decisiva en el devenir final del encuentro, como así lo demuestra el resultado. Antes, el sábado, al Valencia le pitaron una pena máxima en contra porque una hormiguita le hace una zancadilla a un delantero bermellón. Un fallo gravísimo y absolutamente incomprensible. Pero lo mejor estaba por llegar, y había que poner el broche de oro a la jornada, y no es que lo pusiese, es que el señor Ramírez Domínguez puso una joyería entera.
Los que me conocen bien saben que siempre suelo extrapolar muy mucho la actuación arbitral sobre el tema futbolístico en sí mismo. Yo soy de los que creo firmemente en que lo intentan hacer lo mejor posible, de que no son tan malos como los solemos pintar por ahí, y que al final termina ganando sobre el terreno de juego el equipo que mejor fútbol realiza. Pero, tras lo ocurrido ayer en el Madrigal, ayer, al menos, me da que pensar muchas cosas y empiezo a dudar muy mucho ya de todo. Empecemos con la crónica de sucesos.
Venga, va. Hablemos un poco de fútbol antes, que no se diga, Tomi. Que aún hay clase de gente y gente con clase. El Atleti realizó una espléndida media hora inicial, jugando al fútbol con una velocidad en la circulación de balón, por momentos, primorosa, con el Kun en plan puñal, con un fantástico Simao, con el equipo realizando una presión magnífica por todo el campo. Solamente me faltaba un actor en tan magnánimo escenario: Diego Forlán. Porque ayer, Don Quique Sánchez Flores, el Uruguayo no pintaba absolutamente nada en el banquillo. Ayer, señor Quique Sánchez Flores, era un partido grande, de los que hay que ir a ganar con toda la artillería pesada, máxime cuando nuestros dos próximos rivales son equipos de la entidad del Universidad de Las Palmas y del Almería en nuestra casa. Porque si hay un partido que puede servir para recuperar a un jugador que anda moralmente por los suelos, como parece que está nuestro hibernado Forlán, precisamente ese era el de ayer. Pero no. Lo sacó cuando ya no había remedio para casi nada, cuando estaba todo el equipo completamente desquiciado, y, por momentos, éramos un juguete en manos del equipo vila-realense.
Ahora una de sucesos. En dos minutos, en apenas los dos minutos iniciales, la cosa empezó a desnivelarla el Sr. Ramírez Domínguez, al comerse un clamoroso penalti de Bruno (excelente pelotero, dicho sea de paso) por doble empujón sobre Simao (vamos, que hasta que no lo tiró al suelo no paró, seamos claros) y anular un tanto legal del Kun Agüero. Es mucha tela para apenas dos minutos, ¿Eh? Pero que mucha tela.
Y lo que suele pasar en estas cosas, ocurrió. Porque, aparte, en este caso, el rival también es muy buen equipo, y, especialmente, tiene a dos delanteros fabulosos en sus filas. A Rossi ya le conocía, aunque ayer fue un peligro constante. A Nilmar no tanto, pero tras ver el vertiginoso contragolpe que montó, cómo aguantó el desmarque de Cani, el pase al hueco que le dio al mañico y cómo le dejó solo solito solo delante de nuestro De Gea (que ayer, sin tener culpa alguna de los goles, sí que no fue el guardameta decisivo que nos suele tener acostumbrado) hizo que se pusiese el 0-1 en el marcador. Era la primera llegada al área del equipo castellonense. No creo que ya nadie se tire del pelo, este circo está montado así de hace ya mucho tiempo.
Aún así, no nos descompusimos, y seguimos dominando y mandando durante todo este espléndido, ya digo, primer tiempo. Quizás nos faltó el crear situaciones de gol más claras, quizás con Forlán con el equipo tal y como estaba jugando se hubiese podido crear alguna junto con su inseparable socio el Kun. Gracias al señor Flores, nos quedaremos con las ganas. Sin embargo, en las postrimerías del primer tiempo el señor Ramírez Domínguez se encargó, de nuevo, de clavarnos otra puñalada mortal, trapera, por la espalda, como lo que es, un auténtico perro rabioso cobarde. Tras la salida de un córner, el balón llega a Godín, este realiza un buen remate, el balón lo rechaza Diego López, y cuando el Kun va como una flecha a por el rechace Gonzalo le derriba claramente. El árbitro lo ve, el árbitro lo mira, el árbitro se lo piensa, y decide coartarse y esconder el ala pitando el final del primer periodo, y haciéndose el tonto indicando a los jugadores rojiblancos que ya había pitado la conclusión del primer tiempo cuando claramente se ve y se percibe que no es así. Todo muy asqueroso, todo muy nauseabundo, todo muy deleznable. Un suceso en toda regla.
Pero no se vayan, que aún hay más. Otro suceso, marchandoooo …Los míos se lo intentan comer vivo cuando se retiran del terreno de juego, y Quique sale del banquillo para apartarlos. Que yo sepa, ya no estaba jugándose el encuentro, y no creo que el reglamento impida a un entrenador el salir a indicar a los suyos que se tranquilicen y se vayan al vestuario. Para el señor Ramírez Domínguez, sin embargo, esto fue una acción gravísima que supuso la expulsión de nuestro entrenador. Es difícil jugar un partido así, y no terminar perdiendo la fe en este deporte, la verdad.
La segunda parte ya fue otra cosa. Mi equipo lo intentó, sí, pero con pocas ideas, más que el desesperante y absurdo cuelgue de balones sin trascendencia que hizo ayer Luis Filipe (¡qué Diego López mide 500 metros, joder!). Añádanle que, de nuevo, en la primera intervención castellonense en esta segunda parte se convirtió de nuevo en gol, ya que Rossi se deshizo perfectamente de Godín (difícil) y de Perea (previsible), y que, otro suceso más, y van … el señor Ramírez Domínguez se volvió a comer de nuevo otro penalti, esta vez de Capdevila sobre el Kun, que terminó por desquiciar al equipo del todo y pasó a ser, por momentos, un triste juguete en manos del equipo vilarealense, que tocó y tocó el balón hasta bailarnos. Fue el toque, el orden y la excelente colocación sobre el terreno de juego de los del submarino, frente a la impotencia colchonera, aunque se intentó dar la cara, es cierto. El Kun se diluyó, Cazorla le dio a Reyes una auténtica exhibición de cómo se puede conducir un balón, crear desborde y tener regate sin tener que acabar siempre en el suelo absurdamente, tal y como le pasa al utrerano, Gonzalo fue un valladar inexpugnable, y sí, durante todo este segundo periodo, los locales demostraron el por qué de su clasificación y que saben jugar a este rollete del fútbol, pero que un rato bien. El problema es que este deporte tiene, en ocasiones, demasiados factores externos que pueden inclinar la balanza hacia un lado u otro del encuentro, y ayer, claramente, ocurrió un suceso lamentable que se encargó de desestabilizar por completo lo que podía haber sido un fantástico encuentro de fútbol cargado de goles y de emoción. Ese suceso tiene nombre y apellidos: Ramírez Domínguez. Enhorabuena, perro andaluz. Ha conseguido que desde este humilde bloq sea capaz de dedicarle una crónica entera.
EL CRACK DEL PARTIDO: Yo me quedo con Simao, incomprensiblemente cambiado por Quique, por cierto (Reyes tenía tarjeta y estaba completamente obtuso durante la segunda parte), y por parte del Vila-Real, Rossi me encantó, Nilmar también tiene muy buena pinta, Bruno, por momentos, también dio un auténtico recital de cómo debe de jugar un medio centro, Gonzalo es un seguro de vida, pero me quedo con Cazorla. Un jugador sencillamente maravilloso.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: Perea, que volvió a las andadas. Yo creo que es mejor que vuelva al lateral hasta que Domínguez se recupere, porque esas indecisiones suyas nos cuestan demasiado caras.
ÁRBITRO: Lo dicho, el perro andaluz ese. Lo que me preocupa de este colegiado no es la cantidad de errores de bulto que tuvo ayer, sino que lo este tipo viene ya de lejos, muy lejos. Es un tío para que desde la presidencia del Club se hablase con claridad meridiana con la Federación, y que no nos vuelva a arbitrar jamás, porque su mala intención y su descaro es algo más que evidente. Ya sé que no existen ya las recusaciones, pero deberían de plantearse muy seriamente los equipos de fútbol el retomar de nuevo este tema. Al fin y al cabo, los árbitros son seres humanos con sus fobias y fibias, y resulta del todo punto evidente que este escombro con patas nos la tiene jurada desde que su padre y su madre eran novios.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 3º grados).
No lo toco, a pesar de la derrota. La imagen del equipo en el primer tiempo fue primorosa. Lo que pasa es que no se puede luchar contra tanta circunstancia adversa. Que le aprovechen los 3 puntos, señor Ramírez. Y mi enhorabuena al Vila-Real, que ellos sí que no tienen la culpa de nada. Os juro que tardaré tiempo en olvidar este partido. Lástima que a nuestros dirigentes-delicuentes, entiendo, le dará poco más o menos igual. Saldrá por la radio el Sr. Cerezo, ju-ju, ja-ja, y que viva Estepona. El amargor, la rabia, la mala bilis, el cabreo y la desesperación, queda para nosotros, los aficionados. Larga vida a las SAD. Y miren que me jode esta crónica llorona-convulsiva que me ha quedado. Pero lo que no pueden esperar nunca de un servidor es que me invente cosas que no he visto. Lo de ayer fue claro, muy claro. Y como tal, relatado ha quedado.