Ayer llovíó todo el día en Anoeta, tal y como solía pasar cada vez que el Atleti visita el entrañable viejo Atocha. Quizás por eso, no salimos con la equipación azul modelo esquijama del que te regalan para Reyes (¡grande ayer!). Tampoco nos disfrazamos con la parte de arriba del citado esquijama combinado con ese pantalón rojo que tenemos pululando por casa que utilizamos tanto para pintar la habitación como para barnizar la mesa del cuarto de estar. Ni siquiera decidimos combinar nuestra rojiblanca con el dichoso pantaloncito rojo picardía. No. La memoria de los Arconada, Cortabarría, Górriz, Zamora, Periko Alonso, López Ufarte, Satrústegui y compañía bien merecía que el Atleti, al fin, saliese vestido como debe, de Atleti.
Siempre me encantó Atocha, lo reconozco. Ese fondo norte lleno de gente de pie, con la gente echándote el aliento en la nuca. Esas avalanchas en los tantos, que impresionaban al más pintado. Ese campo embarrado, esa garra y cómo volcaba su estadio la Real cada vez que apretaba los dientes hacia el marco contrario. Ahí las pasaba canutas hasta el más pintado, llámese como se llame. Por eso sus partidos allí solían ser siempre apasionantes. Fútbol del uno al once, en su más puro estado. Fútbol en vena, como me gusta muchas veces el decirle.
Ayer, Anoeta no estaba embarrado, debido a las mejoras técnicas que tienen hoy en día los césped, pero la lluvia cayó de lo lindo a lo largo de la jornada. Mejor para el espectáculo, dirán los más puristas. Pues, qué quieren que les diga, esos partidos con jugadores deslizándose sobre el terreno de juego como si de una pista de patinaje se tratase, esos balones divididos que disputaban dos rivales como si dos gladiadores se tratasen, también formaba parte del espectáculo. Evidentemente, corren otros tiempos, y tenemos que adaptarnos a ellos. Pero no está mal de vez en cuando echar un vistazo al pasado, máxime si este es tan enriquecedor como era el de este equipo en aquella época, que consiguió hasta 2 títulos de liga de forma consecutiva, y que era absolutamente impensable que hubiese conocido la segunda división en aquella época.
El partido lo empezó el Atleti queriendo llevar el peso del mismo, pero, como suele ser norma de la casa, la primera fue en la frente. Griezman puso un balón medido sobre el histérico de Parálisis Permanente Llorente (no le trago desde los tiempos del Pucela, no lo puedo evitar), Ufaljusi, hoy central en el primer tiempo, estuvo blandito tirando a contemplativo, y Joseba adelantó a los donostiarras a los 10 minutos de juego. Ese resultado, en el viejo Atocha, era prácticamente una sentencia final. Aquí, desgraciadamente, tienen una esperpéntica pista de atletismo que les impide al público someter a la presión que solían tanto a rivales como a árbitros. Créanme, a pesar de todo, en el fondo, no es bueno para nadie.
A continuación, los clásicos y genuinos minutos de agilipollamiento sumun del Atleti. Sus características las conocen ya a la perfección: balones rifados sin ton ni son, nuestros cracks (noten que hoy pluralizo la palabra crack, más tarde les explicaré el por qué) más perdidos que el ¿cantante? Bustamante a la hora de decidirse por un equipo de una santa vez, desorden, desconcierto, en una sola palabra, desolación.
Siempre tendré la duda de que fue si es que la Real lo vio demasiado fácil, o que el Atleti se empezó a centrarse un poquito, el caso es que, poquito a poquito, a partir de ese minuto 25 se empezó a ver algo de nuestro juego. Tiago empezó a mandar (esta vez, al fin, el portugués de claramente de menos a más, no como le pasa habitualmente), Mario Suárez apoyaba, Reyes lo intentaba, Simao se puso a currelar de verdad, y tanto el Kun como Forlán decidieron que tenían que ayudar en la construcción del juego si querían de una santa vez sacar algo positivo de allí, que 19 años ya son demasiados, leñe, y que nuestra lista de campos malditos empezaba a ser más larga que la cola del paro en la actualidad. La Real, por su parte, bien colocada en el campo, sí, defendiendo con orden, cierto, pero en el momento en el que pisaba terreno rojiblanco, se dejaba la pelota en el olvido. Con estos condicionantes se llegó al descanso.
Tenías dudas sobre cómo iba a comenzar la segunda parte. Si saldría la Real dispuesta a sentenciar, o el Atleti, por el contrario, seguiría con su línea increscendo. Ganó esto último, realizando mi equipo un muy buen segundo tiempo. Las intenciones de Lasarte, por su parte, quedaron claramente retratadas en el cambio que realizó de Gierzman, el único jugador donostiarra que tenía auténtica verticalidad y velocidad en su juego. Fue una clara declaración de intenciones, quería aguantar cómo fuese. Esta vez pinchó en hueso.
Mientras, Bravo empezó a entrar en acción, pero de verdad, especialmente en un perfecto disparo de Tiago en la segunda parte que hizo que el guardameta chileno volase como si del mismísimo Arconada se tratase (el mejor portero que han visto estos ojos sobre un terreno de juego, todo un auténtico espectáculo en su más puro estado, lo tenía todo el bueno de Luis María: colocación, reflejos, brutales vuelos sacando los balones de las escuadras, recuerdo que en aquella época hubiese dado mi brazo derecho porque hubiese vestido la rojiblanca, pero, ya saben, antes los jugadores eran de otra pasta, y a este sacarle de su donosti no lo logró ni el Atleti … ni Cristo bendito). El Kun se movía por todos lados, y creaba peligro pero de verdad. Reyes y Simao intercambiaban la banda constantemente. Forlán apoyaba y ayudaba en la construcción del juego, y presionaba con criterio. Es de esos minutos en los que no te mueves del sillón de tu casa, porque por mucha Real que tengas enfrente, por muchos 19 años sin rascar bola alguna, por muchas ganas que nos tuviesen, empiezas a tener claro que así, el tanto del empate iba a llegar. Porque sí, señores, el Atleti se puso a jugar al fútbol, pero de verdad.
Y llegó el minuto 70. Un balón que no se termina por despejar por parte de la zaga colchonera, termina dando en la mano de Tiago (penalti claro, que el árbitro es imposible que vea porque tiene delante a 345 jugadores de ambos equipos en post de la pelotita en cuestión), el balón llega a Reyes, éste se disfraza de Schuster y pega un majestuoso pase de casi 40 o 50 metros en busca del Kun, el argentino realiza un control del mismo solo digno de los más grandes, se va en ese sprint suyo en corto tan característico de su marcador, levanta la cabecita, ve el desmarque de Escándalo Forlán, y éste pone el empate en el marcador. Es una jugada tan sumamente excelente que sería capaz de volver a repetir el párrafo que les he escrito durante 7 veces más, y estoy convencido de que cada vez lo escribiría con aún mayor entusiasmo. Para guardarlo en el cofre de oro de nuestras mejores joyas.
Poco después, ahora sí, al fin se hace justicia, pero de verdad. Escándalo Forlán se deshace de Diego Rivas, abre hacia la banda que ocupó en la segunda parte Ufaljusi (el checo de lateral, Quique, de lateral), éste cede al primer toque sobre el Kun, y el argentino, desmarcado, fusila sin piedad a Bravo, eso sí, también hay que decirlo, en fuera de juego. Por muy poquito, pero lo estaba. Me la suda. La belleza de dicha acción bien merece este tanto. Llegado a este punto de la crónica, ahora fijo que el Sr. Arias me preguntará que qué ha dicho Cerezo. Te ahorro el trabajo, hermano. NI lo sé … Ni me interesa.
Parece que la Real está muerta, mientras que el Atleti se encuentra completamente desmelenado. Tiago lanza un extraño balón en profundidad sobre Forlán (extraño, por la forma de bombear que tuvo al mismo) el Uruguayo se planta de nuevo ante Bravo, el chileno intuye que Forlán le va a bombear el balón, pero Diego es un jugador tremendamente inteligente y percibe el movimiento del chileno, así que decide golpear el balón por debajo de él, el rechace cae de nuevo al Kun, que, falta de tan solo 7 minutos para el final, pone la sentencia definitiva al encuentro.
¿Sentencia? ¿He dicho sentencia? No escarmentaré nunca, joder. Siguiente ataque donostiarra, Godín no termina de despejar un balón, al final recae sobre Simao, el portugués decide hacer un slalon … ¡al borde de nuestra propia área!, el balón cae finalmente en los pies de Diego Rivas, y el excolchonero, de disparo ajustado, bate sin remisión a nuestro David. Quedaban 5 minutos, y juro que si tengo una recortada en esos momentos, es probable que hubiese un portugués menos viviendo en nuestro país. Era el minuto 40, quedaban 5 minutos, y la cosa pintaba fea.
Menos mal que en el descuento, Reyes hizo otra genialidad de las suyas. Pilló un balón, y en vez de irse al córner a hacer el retrasado, cómo hacen tantos y tantos compañeros suyos en tales circunstancias del juego, el utrerano decide encarar, se va de dos donostiarras en un pis pas, y cuando se iba ya del tercero, le cometían un flagrante penalti, que Simao, esta vez sí, y sin el Kun y sin Forlán en el campo (¿Por qué es imposible que ninguno de los dos acaben un puñetero partido entero, Quique?), lanzó con maestría para, al fin, poner el 2-4 en el marcador y darme el alegrón del fin de semana a un servidor. Después, escuché que hacía 19 años que el Atleti no ganaba a la Real (obviamente, en Anoeta no había ganado en su puñetera existencia), y, con la sonrisa bobalical que solemos tener al final de los encuentros cuando los ganamos los aficionados, me encendí un cigarrillo y, antes de acostarme, volví a recordar de nuevo a Atocha, ese viejo y entrañable Atocha, esos cohetes que tiraban al comienzo del encuentro y con los goles, recuerdos de Gajate, el bigote de Zamora, la rudeza de Cortabarría, la solvencia de Górriz, la clase de Zamora con su bigote, el pulmón incansable de Periko Alonso, el oportunismo bigotudo también de Satrústegui, el fútbol hecho arte por parte de Don Roberto López Ufarte … y, todo eso, bien merecía que volviese el auténtico y genuino Atleti de verdad. El que viste camiseta rojiblanca, pantalón azul y medias rojiblancas (aunque ahora creo que son azules, bueno está, aceptamos pulpo). El del contragolpe mortal de necesidad. El imprevisible, el genial, el genuino. Así pues que gracias a los dos por el encuentro de ayer.
EL CRACK DEL PARTIDO: Antes os indicaba que, hoy sí, hablaba de cracks en plural refiriéndome a mi equipo, y esto es debido a que ayer, sí que sí, el Kun volvió al fin a dar el nivel que yo creo que tiene y que puede dar. Volvió a ser ese jugador decisivo y letal que puede llegar a ser. Ayer dio gusto verle jugar y moverse por el campo. Ayer sí que marcó diferencias. Ahora, solamente le falta que siga en esta línea de cada 10 partidos, al menos, siete, y no en tres de cada diez. De todas formas, hay más gente que merece ser destacada. Impecable Perea, muy bien Tiago, fantásticos ramalazos de Reyes y la paliza que se da Simao, apareciendo por todas partes del campo. Hoy le leído a Futre que su compatriota merece la renovación. Sinceramente, yo también lo pienso. Por objetivos, por número de partidos disputados, como se quiera hacer, pero que, al menos, se intente. Se lo está ganando con creces donde se ganan estas cosas, en el campo. Por parte donostiarra, me gustó bastante Diego Rivas, un auténtico sttoper de los de verdad.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: No entiendo la suplencia de Domínguez, la verdad. Yo no he visto, en los partidos que ha disputado, ese nivel más bajo que dice haber observado Quique, pero el que entiende y manda en esto es él, así que a aguantarse tocan.
ÁRBITRO: Ayza Gámez. Ya lo he dicho por ahí. Hay penalti de Tiago, y fuera de juego milimétrico del Kun en su tanto. Eso sí, también hay una falta que lanza Reyes y que da en la mano de un defensor donostiarra, que si la barrera estaba pisando la línea del área (y por ahí andaba, no se crean) era también un penalti como un piano. En todo lo demás el arbitraje fue correcto.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 3 grados).
Reconozco que fue una victoria que me dio cantidad de alegría conseguir, que me puso a cien, que fue encima remontando, pero, señores, los números son los números, y la Real este año no deja de ser un equipo recién ascendido a la categoría. Aún andamos lejos del objetivo que, yo personalmente, al menos les he marcado, y, por lo tanto, lo dejo como está.
Y el jueves, los griegos del busero Cúper visitan el Calderón. Ojito, que es un entrenador que solemos tener bastante atragantado. Hay que ganar para asegurarnos matemáticamente nuestra clasificación, e ir a Alemania con ya único objetivo de ser primeros de Grupo, que debe de ser siempre nuestro objetivo. El ser primeros en todo. Desde luego, el antiguo Atleti que salía al terreno de juego en el añorado Atocha así lo hacía.