Sin lugar a dudas, la enfermedad del siglo XXI. Sus efectos son inmediatos. En tan solo 15 minutos puede usted ya encontrarse arrastrándose por el suelo, con ganas de contemplar un musical de Belén Esteban, deleitarse con un telediario en el que salga un strip-tease de Rajoy hasta quedarse en tanga de piel de leopardo, o de masturbarse impúdicamente pensando en tener en sus brazos a la Duquesa de Alba. Cualquier cosa, menos seguir observando ese martirio mediterráneo. Dura solamente 90 minutos, pero le dejará marcado para toda la vida si comete usted el error de ser del equipo rival con que se topen esos bebe-sin-sed con patas. Aborrecerá el fútbol y todo lo que le rodea durante meses, años o siglos, si encima es usted vikingo. No entiende de amistades, ni de religión ni de nada. Es un tornado, cuya bacteria más peligrosa es conocida con el pseudónimo de Messi (y me cago en el puto matasanos que te enseñó a crecer, joder).
2.- Si usted ha sido contagiado por Culeritis Tremens.
Olvídese de contemplar cualquier deporte durante no menos de 72 h. Ocúltese debajo de la cama ante la aparición de cualquier objeto blaugrana que pueda usted poseer. Piense que ya, con un poco de suerte, y si el azar no nos enfrenta en Copa del Rey (lo cual no me lo quiero ni imaginar) se acabó ya este tema hasta dentro de una vuelta entera. No se preocupe por la hinchazón de manos, cara, ojos u orejas. Quizás una buena dosis de Europeans Leaguitis le haga minimizar dichas alteraciones cutaneoatmosféricas.
3.- Tenga especial cuidado con Culeritis Tremens.
No sea usted tonto, bobo o una mezcla de ambas cosas. Los síntomas en apenas 15 minutos son más que evidentes. Evítese trastornos psicoalimentarios si ve ya que en ese corto espacio de tiempo se encuentra ya gravemente afectado. ¿Para qué esperar al 4-0? (oiga, que quedaron 5). “Serían 5 para usted, listo. Que yo ya con 4 no podía más y me fui al sobre a levitar.. No te jode”.
4.- Embarazo y lactancia.
Si está usted embarazada, cuídese mucho de que le afecte dicha enfermedad, o corre el riesgo de que el recién nacido le salga ya con una barretina blaugrana puesta en la cabeza. Si, por el contrario, se encuentra en periodo de lactancia, es probable que el niño le diga le de la puta leche calentita al abuelo, que el nene quiere whisky escocés, siempre escocés, del bueno. Y el agua para las ranas, solo faltaba.
5.- Niños.
Si quiere usted que su hijo conserve sus señas de identidad que tanto le ha costado inculcarle íntegras, coméntele que esto va por rachas, que esa enfermedad no es que nos afecte solo a nosotros, sino a cualquier hijo de vecino viviente (por muy poderoso que se crea o muy blanco que lave) que aún así igual hasta seguimos siendo el equipo que más veces ha logrado ganar allí, y que, quién sabe, si alguna vez nuestros investigadores tienen paciencia con el doctor de cabecera, y no va cambiando su plantilla de médicos de 10 en 10 tíos cada año, algún siglo de estos daremos con la tecla y, al menos, podremos enfrentarnos con tal malvada enfermedad cara a cara, sin complejos, tal y como hemos hecho en un pasado, eso sí, cada vez más lejano.
6.- Conducción y uso de máquinas.
Evite mientras conduzca tener cualquier aparato que transmita ondas encendido, ya que dicho mal también se puede propagar a través de las mismas y sus efectos son terriblemente devastadores. Si cree que le está afectando la “Culeritis Tremens”, evite cuchillas de afeitar, realizar rodajas de sandía o cortarse las uñas de los pies o de la manos. Sus consecuencias pueden ser del todo irreversibles.
7.- Sustancias estupefacientes.
Está permitido (y es hasta recomendable, qué carallo), si se encuentra en pleno proceso de contaminación de la “Culeritis Tremens” todo tipo de drogas: speed, farli, jaco, rulas, valiums, orfidales, o, aún mejor, todo mezclado junto, y a la vez.
8.- Posibles efectos adversos.
- Depresión (odio el fútbol).
- ¿Qué coño es un balón, y por qué no lo pillan los de rojiblanco, mientras los otros se la pasan como les sale del nardo, Bernando?
- Tristeza (para ponerse a llorar).
- Hastío (todos los años igual).
- Vómitos (Reyes en el suelo, para variar).
- Infecciones bucales (se traduce en acordarte de la madre de todo bicho viviente nacido y por nacer).
- Trastornos estomacales (hasta la úlcera creo que tiene color blaugrana).
- Impotencia (bastante follao he quedao ya, no te jode).
- Pérdida de apetito (a la mierda los aperitivos del descanso, incapaz de papear una triste corteza).
- Trastornos del sistema nervioso y psiquiátrico (como vea a un pibe por la calle que se llame Leo, aunque sea Leoncio, le entierro vivo).
- Ansiedad (¿Minuto 33 de la primera parte todavía? Dios mío, ¿Pero esto no se acaba nunca? ¿Por qué? (grande LLouriño).
- Trastornos respiratorios. Abre la puta ventana, que me ahogo, joder.
- Trastornos cutáneos. ¡Los pelos de mi barba son azules y granas! ¡Socorrooooooooooooooo!
- Trastornos de orina. ¡Huele a pan tumaca con butifarra! ¡No puede ser!
- Trastornos del sistema reproductor: Decididamente, los colchoneros no la sabemos meter.
9.- Intoxicación y tratamiento:
Escriba una serie de gilipolleces como las que le expuesto, y, al menos, se sentirá algo mejor.
10.- ¡Viva la virgen de la Morenetaaaaaa! ¡Vivaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
11.- Que ya me he cansao, hostias … Y la próxima vez lo va a ver su padre, ¿Me entiende? Su padre … Goodnight, and welcome to the hell.