Nueva visita a Heliópolis, con el resultado que solemos acostumbrar en la visita a ese imponente estadio, nuestra victoria. Lo que está claro es que al beticismo la conquista de nuestra ansiada Copa del Rey el año pasado le ha venido como anillo al dedo (para que luego digan que es un torneo menor ...¡ja!). Han dejado de tener que agachar la cabeza abajo cuando se cruzaban con el vecino por la calle, y ahora pueden pasear altanos y orgullosos de lo que su equipo anda consiguiendo y representando. Y en medio de este ambiente espectacular y con un buen número de seguidores colchoneros en la grada (de padres a Hijos, y nunca mejor dicho, Don Pablo dedicated), dio comenzó un encuentro en el que se prometía un excelso partidazo para los Segurolas de turno, y que tuvo un primer tiempo soporífero donde los haya (ojito, por parte de los dos equipos, que siempre los palos nos los llevamos los mismos, el señor Pontífice Máximo de Pellegrini vaya usted a saber qué partido estuvo viendo).
Fue tan tedioso el tema que me recordó a mi época de cuando hice la mili, en la que nos ponían las clases teóricas a las cuatro de la tarde, tras levantarte previamente a las siete de la mañana, habiendo realizado durante la jornada tu buena ración de instrucción regada con otra buena dosis de preparación física (barrigazo va, panzazo viene, en el mayor de los casos) . Entre el cansancio, la hora en cuestión, y el apasionamiento de los contenidos que nos impartían, costaba sangre, sudor y lágrimas mantenerse despierto. De hecho, mi táctica para intentar no dar cabezazos de aquí para allá, era mantener mis dos manos pellizcando constantemente los dedos, porque como te viese el sargento chusquero de turno haciendo el más mínimo esbozo ya no de cabezada, sino de bostezo siquiera, la receta del arresto estaba garantizada. Y si uno ya tenía sueño de por sí, como la noche anterior hubiese tenido un apasionante plantón (que consistía en una de las mayores aventuras jamás soñadas en forma de vigilancia al aire libre en ese gélido invierno de Colmenar Viejo de 4 coches andrajosos que había en un puto hangar, a dos horitas y buen pico la ración de plantoncito que nos salía, oiga, me las quitan de las manos) el tema de mantenerse despierto se convertía en todo un ejercicio de supervivencia.
Y menos mal que soy de los pocos españoles de bien que quedan que hizo el glorioso servicio militar, porque si no a ver qué cojones les contaba yo para rellenar este infame primer tiempo (para que luego digan que no sirve de nada, mucha mili os daba yo a todos).
Con este interesante relato doy por finalizada la primera parte. La segunda parte fue otra cosa (afortunadamente, vive Dios). El Atleti salió bastante más decidido a por la victoria, pero los béticos fueron los que se adelantaron en el marcador, gracias un tanto de Luiz Henrique (el auténtico hijo de Amunike, comprobando su color de piel) en el que partió el Caifás Borja Iglesias en claro fuera de juego, y que contó con la infame colaboración de un control de Reinildo, más digno de Forrest Gump con sus piernas llenas de hierros ortopédicos que del pedazo de defensor que es. Esto sirvió para histerizar hasta límites insospechado a la afición local, que empezó a ver escándalos a diestro y siniestro en cualquier actuación defensiva nuestra (muy típico comportamiento por esas tierras de la España profunda, la verdad).
El Atleti contestó con una clarísima ocasión de Angelito Correa, cuyo zapatazo desde dentro del área desvió Víctor Ruiz tirándose de forma brillante para taponar el remate a bocajarro de nuestro Angelete. Y en ese córner llegó el gol Olímpio de Diosito Grizzi. Lo lanzó cerrado, lo tiró con toda la intención, Saúl intentó peinar sin éxito, y, a su vez, pilló a toda la defensa y el portero local jugando su partidita de dominó de las cinco de la tarde, así que, afortunado o no, el chicharro entró, y es lo único que cuenta.
A partir de ese instante el Atleti tuvo sus buenos minutos para sentenciar el encuentro. Kondogbia me sigue recordando a mi en esas discotecas de mis años mozos intentando ligotear con la rubia, con la morena o con la pelirroja de turno, para acabar siempre en la barra del bar realizando el tan cacareado levantamiento de vidrio en barra fija. Él es igual, algún día alguno de sus disparos logrará que vaya, al menos, entre los 3 palos. Que no le pido más, oigan. Les juro que no.
Y llegó el segundo tanto, en una jugada diabólicamente maravillosa trenzada entre Correa, Cunha, que sustituyó al puching-ball favorito de cualquier defensa contraria que se precie denominado Morata, y el propio Diosito Grizzi, cuyo sutil remate se coló entre las piernas de Rui Silva (que tuvo un día sencillamente para olvidar). Me da que a mi este año Diosito va a ser nuestro Pastor, nada nos falta (y yo con estos pelos, madre).
Pero faltando un cuarto de hora, Don Diego Pablo sigue erre que erre con su tabla de Excel en mano, repartiendo minutos sin demasiado control ni sentido en relación con lo que anda ocurriendo en el terreno de juego, quita del escenario a Diosito y a Correa, y entra en su lugar Carrasca y el señorito Joao Félix, y el resultado es el que es, inoperancia del uno, paseíto infame por la tarde sevillana del otro, y el Betis, como cualquier otro rival más que se precie, nos embotella hasta el límite de lo posible e imposible.
Salió al terreno de juego ese genio díscolo de la lámpara denominado Fekir, para colmo de males, y cambió al equipo local la cara por completo. Fue una pesadilla constante, en el borde del área, hace con el balón lo que le da la gana, por muy rodeado de contrarios que se encuentre (¿Y a quién me recordará, Dios mío, Ayyy, Turán, Turán), y este último cuarto de hora final, no tuvimos forma humana de poder frenarle. En el 81, Juan Cruz la tuvo bien clara. Un minuto después, KingKongdogbia se enreda en su mundo con el balón, y se produce una falta de Giménez sobre Fekir al borde del área. Y como resulta que sí que hay equipos que sí que tienen especialistas para aprovechar esas jugadas que suelen ser de oro a balón parado, pues el propio Fekir clavó un zapatazo imponente en la portería extrañamente defendida por Oblak, que se come un poquito el balón porque no tuvo claro dónde situarse en ningún instante para defenderlo (probablemente bien colocado tampoco la hubiese atajado, las cosas como son).
EL Betis enfureció, y en el 89, no empató, pues porque no empató. Fantástico centro en banda de Ruibal y Alex Moreno, más solo que un vikingo sin comer pipas en la grada del Cuerna, cabeceó al larguero. ¿Dónde andaban De Paul, Nahuel Molina and company? Vayan ustedes a saber.
En el 91, y ya con el Betis completamente volcado sobre nuestra portería, tuvimos de nuevo nuestra gran ocasión de volver a sentenciar el encuentro (porque el Atleti es de los pocos equipos que necesitan sentenciar los partidos varias veces, no suele valer con una sola) pero la asistencia de De Paul sobre nuestro díscolo portugués, rematando éste a placer frente a la salida de Rui Silva, fue desbaratada por este último en su única acción ayer en la que demostró ser un auténtico portero de élite de verdad. Y colorín colorado, nueva victoria fuera de casa que nos hemos llevado. Quién nos iba a decir que el partido iba a haber acabado de esta forma, tras el sopor inicial. Del tedio, a la pasión.
EL CRACK DEL PARTIDO:
No es nuestro jugador favorito, pero es lo mejor que tenemos hoy en día (y con mucha diferencia). No metió dos goles imperiales que digamos, pero el uno no deja de ser Olímpico, y el otro, vino tras un ataque de seda pura por parte rojiblanca. Seguramente sea el que más corre de todos siempre junto a Koke. Ahora mismo, es de los que más personalidad tiene en el campo (aunque fuera haya dejado mucho que desear la susodicha en épocas pasadas) y se echa al equipo encima y lo maneja con sabiduría y saber hacer. Es nuestro clavo ardiendo. Ayyy, Diosito, Diosito de mis entretelas …
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Cuando al Cholo saca su Excel y le da por repartir minutos por decreto ley. Una vez más, los cambios nos sentaron espantosamente mal. El de Cunha por Don Álvaro, vale, porque el Puching-Ball andaba en su mundo enfurruñado por la cantidad de estopa que recibe. Pero las entradas del díscolo portugués y nuestra Carrasca produjeron el intratable ardor de estómago habitual después de un buen fin de semana de farra. Y la salida del campo de nuestro siempre sobrio y eficaz Saúl por el fiestukis del De Paul, tres cuartas. Pero nada, como hay que hacer los dichosos 5 cambios sí o también … En fin.
ÁRBITRO:
Gil Manzano. Le temía más que a un nublao, pero el hombre esta vez se debió de tomar a tiempo su pastillica y no hizo excesivas tropelías como habitúa. Bien por ese Doctor.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (- 1 GRADO).
Ganar a un Betis, que encima es nuestro rival fetiche junto con el Getafe, y al que para colmo le faltaban sus dos máximas figuras (elevado a su máxima expresión este término cuando hablamos especialmente del Señor Fekir), pues qué quieren que les diga … De Obligado cumplimiento tocan, así que, el Termómetro se queda como está. Así pueden desfogarse bien a gusto de este paliducho lunes lunero que hace contra mi persona. Tranquis. Tengo las espaldas anchas.
Y el miércoles, a dar el paso definitivo para nuestra brillante clasificación en la edición del presente año en la Europa League …”Diré bien alto, tuve la suerte, fui colchonero, hasta la muerte” …