Sinceramente, y a pesar de los pesares, ando bastante satisfecho con el rendimiento de la muchachada que estoy contemplando desde el término del Mundial. Me gusta a lo que juega el equipo, lo anda haciendo, por momentos, estupendamente bien, están potables, andan finos, muy regulares en su juego y con mucha constancia y fe en el mismo. Eso sí, no todo es color rojiblanco en la viña de Don Vicente Calderón: me desespera profundamente nuestra incapacidad manifiesta para cerrar los encuentros, con algunas situaciones que empiezan a ser una tragicomedia más que otra cosa. Tenemos que mirarnos muy seriamente este asunto. Pero bueno, lo importante es que el Atleti mereció una victoria mucho más holgada tanto por juego como por ocasiones. Algún día llegará.
Como algún día, espero que también, seamos capaces de meter un tanto al borde del área de falta (añorada auténtica especialidad nuestra antaño). La tuvo Diosito nada más comenzar el partido, pero, que si quieres arroz, Catalina. Este tema también me lo voy a empezar a tomar en plan tragicómico. Quiero pensar que se ensayarán este tipo de situaciones, pero sigue sin salirnos nada en este aspecto.
Osasuna, por su parte, pues muy en su plan característico también: mucho empuje, mucha profundidad, mucho centro al área, pero por ocasiones de gol para ellos me salen pocas, muy poquitas. Hablando de añoranzas, dónde diablos quedaron los goles de Giménez. Ayer tuvo otro remate de esos en los que salta de forma imperial por encima de Dios y el Universo, pero su testarazo final suele marchársele siempre por encima del larguero (minuto 25 de juego). En definitiva, primer tiempo igualado, Osasuna calentaba, pero no quemaba, y el Atleti generaba buenas situaciones para futuras ocasiones de gol, pero no terminaba de cristalizar ninguna tampoco.
En la segunda parte, el Atleti dio un paso hacia adelante decidido a por la victoria, y empezó a crear peligro pero de verdad. El problema es que nos cuesta sangre, sudor y lágrimas concretar nuestras nuestro fútbol en lo que cuenta, el dichoso gol. Diosito Grizzi juega tan sumamente bien como sigue con la pólvora mojada cuando está delante del portero (abarca demasiado, y para definir los goles tienes que tener la mente más fría y despejada). A los diez minutos, Pableras Barrios, por su parte, tuvo otra buena ocasión, en la que ni terminó de tirar, ni de centrar, y claro, terminó en una ceremonia de la desolación.
Un minuto más tarde, otra volea clara y diáfana de nuevo de Diosito y que se marcha, como siempre, por encima del travesaño (enamorados de Rugby Atleti, no lo pueden entender). Y claro, cuando uno acosa con esa insistencia, deja más espacios atrás, y Osasuna empezó también a aparecer con serio peligro. El tan cacaerado Chimi Ávila (no me gustó en exceso, la verdad) tuvo un buen remate de cabeza que se fue por encima del larguero.
Y en el 62, buena parada de Oblak (eso sí, últimamente apenas bloca ningún balón, no sé si es que nos tiene mal acostumbrados o qué) a golpeo de Moi Gómez. Osasuna empieza a atosigar de verdad, disparando con bastante ganas de sangre hacia la meta del bueno de Jan, que éste último sigue despejando sin complicarse en exceso.
Precisamente, cuando peor lo andábamos pasando, llegó nuestro ansiado tanto (minuto 73 de juego) en un delicioso pase en largo del Fornicador de la Patagonia, que controló en velocidad y remachó de forma despiadada a la red Saúl. Es curioso el mundo del fútbol. Estoy convencido de que el 99 por ciento de la peña no le gustó ..”¡UNA PUTA MIERDA”! la salida de Saúl para el terreno de juego, y sin embargo, fue decisiva finalmente su presencia. Un gol muy suyo, de lo que él era, lo que tanto le hemos visto y nos ha dado. Y me alegro un montón por él y por todos los que le queremos, pero de verdad.
Y a continuación, la tragicomedia de siempre. Incapaces de cerrar el partido ante un Osasuna que andaba tocado no, lo siguiente. Otro fallo mano a mano de Grizzi, en otra mágico pase del ínclito fornicador patagónico, una psicodélica de Morata, que pudo marcar, pudo asistir, y al final acabó realizando el mayor de los ridículos habidos centrándole el balón a Moncayola, desaprovechando una contra tres para uno a nuestro favor (ya no sé qué hacer con este muchacho, la verdad, es el Charles Chaplin del fútbol español). Todo esto conllevó a nuestros minutos clásicos finales infartantes a la par que desesperantes, Oblak que tuvo que palmear otra gran ocasión local en el descuento, y victoria, sufrida, pero más que justa, finalmente. Cada vez somos más constantes en nuestro buen juego, tenemos mejores y más cantidad de minutos jugados, por ratos, estupendamente bien, pero también nuestra regularidad asusta a la hora de terminar de chapar el chiringuito (con perdón, atajo de ratas malolientes). Regularidad y constancia.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Muy bien la defensa (aunque debe de seguir mejorando Molina precisamente eso … defendiendo, su banda sigue dándonos demasiados problemas en ese aspecto), con un Hermoso en plan jefazo de la misma, Reinildo recuperando sensaciones, y muy recio también Giménez, gran Koke, espléndido como siempre, Diosito, pero hoy el sobresaliente se lo daremos al fornicador de la Patagonia, plenamente recuperado de su esguince ya de su miembro viril, al fin. Quién sabe, igual que ahora ya no hay el puto mundial del orto y esas cosas, le da por darlo todo aquí y demostrarnos su supuesta valía (de la cual Mister Postureo aún nos tiene mucho que mostrar, si le apetece, claro, ante todo, que no se nos estrese tampoco).
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Sigo sin tener claro el rol de Lemar para esa titularidad incontestable que tiene, pero especialmente ayer muy gris el chaval, Pableras Barrios. No pasa nada. El Sadar curte, y le vendrá genial su experiencia en Pamplona.
ÁRBITRO: Javier Alberola.
Espléndido arbitraje del monitor del Gimnasio.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (-6 GRADOS).
Se acabaron ya las rebajas de enero, señores. Pamplona es feudo colchonero, así que partido de obligado cumplimiento. Vamos a devolver la seriedad y la jerarquía al Gran Termómetro y la sapiencia de sus siempre atinadas decisiones.
Y el sábado, el Geta. Yo, que dudaba de la motivación de la muchachada para lo que nos queda de Campeonato, el Cholo me lo dejó bien clarito en su rueda de prensa: “¿Motivación? Vestir la camiseta del Atlético de Madrid es suficiente motivación”. Y lleva razón, qué cojones. “Honrando tus colores, por toda la Ciudad”.