Fue mi último derbi de muchos en
ese estadio (y bien que los hecho de menos, ojo, aunque uno tiene unos
principios, y cada día que pasa, menos los cambio por ningún otro). Recuerdo que
era un día entre semana. No recuerdo que el Atleti fuese especialmente bien, ni
que hiciésemos encaje de bolillos en nuestro juego, precisamente. Pero me
acuerdo a la perfección de que era ya el tiempo de descuento, la falta se lanzó
en la portería del Fondo Sur (yo estaba en el norte, al lado de las estrellas,
para variar), vi al Maestro Demetrio encarar al balón con esa clase y porte que
tenía el italiano, y lanzar un derechazo que, tras repeler en el larguero, le
dijo en la chepa del "chivato" (Mouriño dixit), y entró en su portería sin remisión posible.
Alegrón de la leche, y cuando ya nos retirábamos, recuerdo comentarle a Antonio
lo siguiente: “Joder, qué alegrón, aunque hemos tenido algo de suerte”. Él me
sentenció: “que se jodan, y prueben su propia medicina”. No hay más preguntas,
Señoría. Por cierto, de entrenador andaba este buen hombre, y así celebró el tanto aquel día precisamente (no sé si les sonará de algo su cara).
Luego, este mundo del fútbol se
puede mirar siempre desde varios prismas, colores, objetivos y sensaciones.
Seguramente, todos válidos y, por supuesto, todos respetables. Algunos siempre
tenemos como referencia lo más alto, la cabeza, el disputar hasta el final un
título (se consiga o no, probablemente eso sea lo de menos). Otros, sin
embargo, siguen al pie de la letra los objetivos que marca la entidad, y se
sienten satisfechos con ellos. Quieren estar entre los 4 primeros, y su
referencia es la distancia que marcan a los perseguidores, sin importarles en
exceso la referencia de la cabeza de la Liga (la cual dan muchos por perdida,
de hecho). No juzgo a nadie, reitero, ojo, pero mis miras y mis objetivos
siempre tendré claro hacia dónde enfocan, hasta que yo y solo yo decida cambiar
dicho faro. Y tengo demasiados palos encima ya como para que nadie me intente
convencer de lo contrario.
El Atleti, como es lógico pensar, el miércoles tiene su partido de Copa marcado en sangre, y no estaba por la labor de malgastar tampoco demasiadas naves en el intento de vencer ayer. Y, aunque lo comprendo (cómo no lo voy a hacer), en el fondo, perdió una gran ocasión de llevarse la victoria, frente a un equipo cuyos centrales fueron un lateral reconvertido, por un lado, y al que jamás le vi desenvolverse en dicha posición (el carnicero de Leganés), y el otro, más experimentado, ciertamente, lo que pasa es que debido a su eterna juventud, siempre se le excusan sus entradas a destiempo, posibles despistes y demás (como no podría ser de otra forma, hablamos del primo hermano de Jordi Hurtado, el imberbe “Joven Nacho”). Añadan que, y aparte de los lesionados que tiene ya por sí arrastrando toda la temporada (culpa del Profe Ortega, como bien ya se sabe, menos mal que al fin se pira), sufrió también un repentino mareo de última hora el nuevo premio Nobel de la Paz, Mahatma Binicius. Para qué queremos más.
Pero ni con esas. Concedimos un gol a los 20 minutos porque Riquelme, de medio campo para detrás, es un auténtico disparate de jugador, porque Saúl cada vez empiezo a pensar en él más por todo y lo mucho que nos dio, que por lo que le queda ya por darnos, en que Koke decidió devolver una pared a un atacante vikingo, para colmo de males, y que oigan, si un tío es capaz de hacer 2 paredes en el área y meterse casi hasta dentro de la portería con el balón en los pies, pues cómo diablos esperan que acaben la jugada si no. Lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible.
Del letargo rojiblanco solamente me sacó una buena acción de Suburbial Correa por banda, que remató de tacón Antoine, y que el portero se encontró, rechazando de nuevo a córner (y me da que, aunque hubiese entrado ese balón, nos lo hubiesen anulado también), y, cómo no, la prepotencia, el borreguismo, la falta de respeto y, por qué no decirlo, el cazurrismo de la afición del equipo local, cuando se da el lujo de corear con olés una serie de pases absolutamente intrascendentes en el juego de sus jugadores, quedando, encima, casi 20 minutos para el final del encuentro, y yendo ganando por la mínima ventaja, encima. En esta vida se puede tonto, MUY TONTO o lo que son ellos, TOOONTOOSSS desde que su padre y su madre eran novios (lo menos).
EL CRACK DEL PARTIDO:
El que más me gustó de la
muchachada fue el incombustible Witsel, sin duda alguna. Es que cada día le veo
mejor, y lo que aún me mola más, tengo total seguridad ya en él, y en sus
acciones.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Pues hay unos cuantos que no me
gustaron nada (PERO NADA), pero como en este tipo de partidos no me gusta
en exceso señalar a nadie tampoco, lo vamos a dejar desierto hasta mejor
ocasión.
ÁRBITRO: Sánchez Martínez.
Aquí sé que me van a dar palos hasta en el DNI, pero yo
tengo que ser fiel a mis principios y contar lo que ví, que fue lo siguiente:
- Criterio con las tarjetas amarillas. Como
siempre, absurdo rayando lo grotesco, y perjudicándonos siempre. Aquí sí que os
doy la razón a los más críticos, aunque esto no es exclusiva de este tipo, ojo.
Es, más bien, una tónica habitual.
- Gol anulado a Savic. Pues está perfectamente anulado, qué queréis que os diga. Saúl está en fuera de juego, y delante del portero. Y si está éste fuera de la línea de meta Lunin, es precisamente porque su espacio lo está ocupando nuestro canterano. Me recordó mucho a un gol que le anularon a McTominay (mi Hermano escocés, como fácilmente pueden comprobar) frente a España. Ahí les paso el enlace por si quieren echarle un vistazo:
-
Penalty de Savic sobre el nuevo inventor del
fútbol, que no nos mete un gol ni aunque salga Oblak atado a un poste. Tan
absurdo como clamoroso, la verdad. Lo de este muchacho es que …
-
Y ya está. Todo lo demás es fútbol, y fuera (ni
el supuesto de Llorente, ni el propio de Saúl, ni los 345 restantes que Real
Cierva TV ande manipulando a su antojo, pero que está bien, ¿Eh? Que cada uno
en esta vida hace el ridículo conforme más acorde le parezca).
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (+ 18 GRADOS).
Partíamos de 16 grados, subo 2 gradacos más por ganar al
Rayito en el auténtico derbi de verdad que hay en Madrid, y por el empate
frente al tercer o cuarto equipo de la Capital, lo dejo como estaba, ya que es
el mínimo resultado exigible que debíamos de conseguir, así que, 18 grados nos
contemplan, Hermanos.
3 comentarios:
Nada que añadir a lo dicho. Gran recuerdo aquel derby en la cuadra. En fin, a por la Copa.
Aquel derbi fue uno de los últimos a los que acudí yo a la cuadra Don Tomás,ahora a reventar mañana
Vamosssss.
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