Me siento triste, me siento cabreado, tengo que tirar de la orejas a algunos de los míos (y lo pienso hacer, denme tiempo), pero, contradictoriamente, también me siento superorgulloso de mi gente, cada día que pasa los quiero más y lo pienso seguir demostrando dándoles todo mi apoyo y muriendo con las botas puestas con ellos, animándoles, viéndoles y no dejándoles jamás solos. Eso sí. De todos los sentimientos con los que me he levantado esta mañana, el que más aflora sobre mi rojiblanca sangre es el de estafado. Me siento enormemente estafado porque un árbitro, concretamente, el Señor Gil Manzano, se cargó por obra y gracia de su santa polla un espectáculo futbolístico que me estaba encantando, y aunque cuyo resultado final era previsible, los unos y los otros andaban superando obstáculos en una lucha titánica a camiseta desgarrada que estaba siendo un auténtico espectáculo de goles, de ocasiones, de idas, de venidas, de piques, de ataques, de contras, en medio de una grada enfervorizada, en definitiva, puro fútbol pero en su más alta dosis en vena. Fútbol de los de antes. Fútbol genuino de auténtica Copa del Rey.
Los ingredientes para tal espectáculo fueron un gol (un gol no, UN SEÑOR GOLAZO) de Don Fernando Torres a los 39 segundos de juego, en una acción que se anticipa fenomenalmente Siquiera y que el Niño supera a Macherano con un control, regate y disparo, todo casi en una misma acción, que puso el Calderón patas arriba. Nos pusimos tan pronto con la eliminatoria a nuestro favor que no supimos muy bien cómo digerir aquello, y en solo 8 minutos el Barsa nos empató el partido en una tan sorprendente como majestuosa contra en la que Messi viola prácticamente a Mario Suárez, da el balón sobre Suárez, el uruguayo al primer toque ve el desmarque de Neymar y bate con suma tranquilidad a Oblak, jugador que, en determinadas circunstancias, parece el hombre invisible. De lo que quiso hacer Juanfran reculando en vez de apurar la carrera del brasileño y de la ubicación de nuestros centrales en alguna parte del universo son misterios que creo serán desvelados en exclusiva en la próxima edición de Cuarto Milenio. Iker, tienes trabajo. Mucho trabajo.
El partido ya andaba loco perdido con los dos equipos desatados buscando la victoria y en la que los centrocampistas eran prácticamente meros espectadores del subidón de adrenalina que protagonizaron ambos pretendientes. A los 17 minutos se la anula un gol a Neymar cuya posición es francamente dudosa cuando arranca la jugada (y yo, cuando tengo dudas, no señalo fuera de juego, lo siento). Diez minutos más tarde fue Griezman el que probó fortuna en un remate dentro del área tras una gran jugada del Atleti, comandado por un eléctrico Torres durante todo este periodo. Sin tiempo al respiro, Juanfran intenta una de sus internadas por banda, se piensa que Mascherano es como Oblak, invisible, y descubre que no, no lo es. Gil Manzano decide transformar eso en penalti (que encima era acción fuera del área) y Raúl García pone de nuevo el manicomio en sus máximos decibelios al anotar con suma tranquilidad poniendo el 2-1 en el marcador.
El desenfreno no tenía límite, y Giménez se lanzaba como un jabato a por un balón rematado por Rakitic apenas 8 minutos después, en otra acción atacante blaugrana. El consiguiente córner lo remato Busquets e incomprensiblemente Miranda se encarga de fusilarlo a la red. Psicodelia en su más puro estado, y empate a dos en el marcador. Da igual. Viva el vino.
Tan solo 3 minutos después, un violento disparo de Griezmann fue despejado por Jordi Alba con una extraordinaria zamorana que el Señor Gil Manzano incompresiblemente no vio. Penalti y rojita que se zampó el menda, ojito al parche, pin-pín. Como continuación de esa misma jugada, nueva contra blaugrana en la que el omnipresente Jordi Alba termina poniendo el balón ya en área colchonera sobre de nuevo Neymar poniendo el 2-3 en el marcador, eso sí, con gestito despectivo en la celebración incluido. Vaya por Dios.
Todo esto provocó al final una pequeña tangana, producto más de los propios nervios de los unos y de los otros, que hizo que en el vestuario probablemente saltasen chispas. Que si Torres, que si Neymar, que si Raúl García, que si Gabi, que si el Cholo, que si Unzúe, que si el Mono …Pero todo esto es fútbol, señores, todo esto forma parte de este maravilloso juego, y todo esto, si queremos precisamente disfrutar a tope de este tipo de partidos, lo que tenemos que hacer es cuidarlos y no ESTAFAR al espectador provocando una expulsión al capitán de uno de los equipos no por insultarte, no por menospreciarte, no por agredir a nadie, no por dar un corte de mangas, no por hacer una entrada dura, sino simplemente por indicarle al ínclito señor que se ha equivocado en la no señalización de un penalti en el vestuario cuando se marchaba al descanso. ¡EL CAPITÁN DEL EQUIPO! Sin más. Por simplemente eso decide un incompetente dejar a un equipo con 10 que lo estaba dando todo en un campo, sabiendo que estaba luchando contra prácticamente molinos de viento. Ese equipo quería ser fiel con su idiosincrasia, respetar al espectador, no dejarse llevar por intentar superar prácticamente un imposible, e intentar seguir compitiendo a tope como si del último momento de su vida se estuviese produciendo, sin importarle en exceso su más que probable eliminación del torneo. Lamentablemente, a ese equipo no se le dejó proseguir con su cometido. Esto es una estafa, señor Gil Manzano. Me ha estafado usted a mi, a todos los presentes en el estadio, y a todos los que estaban siguiendo, de una u otra forma, este maravilloso partido de fútbol. Así que se lo digo muy alto, señor Gil Manzano: ES USTED UN ESTAFADOR.
De la segunda parte no voy a comentar apenas nada. Dar la enhorabuena a todos los culés por su más que merecido pase a semifinales de Copa. Y gracias por no haber querido hacer más sangre, lo único. De Neymar nada, que es un fantástico jugador de fútbol con el cual no me pienso meter con su manera de jugar y practicar este deporte. Le van a hinchar a dar palos aquí, allí y en Sebastopol, pero allá él, es su problema. Eso sí, es de agradecer que otra vez que vaya a ser sustituido, no quiera ser aún más protagonista de un partido que ya por desgracia no se estaba disputando, se aleje al máximo de la banda por la que tiene que salir cuando sabe perfectamente que va a ser cambiado, y se marche de los terrenos de juego disfrutando de un plácido paseo como si de en una playa jamaicana estuviese el colega dándose un rulo mientras se fuma un dos papeles y lleva en su cabeza unos horripilantes cascos de esos que se llevan ahora con la música más alta que la de la puta megafonía del Calderón (¡muerte a los putos speakers!). Menos mal que éste no llevaba escuditos añadidos en su camiseta, porque no descarto que el flipao se lo hubiese ido mostrando uno por uno a cada espectador de los que ayer llenaban el Calderón. En fin.
Referente a los míos, examen de conciencia, muchachada. Ayer no supimos perder. Sabemos que teníamos bajas. Sabemos que cuando no está Godín en la defensa hay más descontrol que cuando un profesor da un descanso en una clase de jardín de infancia. Pero Juanfran, tenemos que tener la cabeza más fría, y si el rival nos está superando, calmarnos, apretar los dientes y seguir compitiendo. Raúl García, eres el jugador al que probablemente más quiero de toda la plantilla, pero tenemos que tener cuidado, estamos creando un personaje que nos está superando y se nos esta yendo completamente de las manos. Por favor, céntrate. Deja ya de protestar absolutamente todo y de andar perdonando vidas a diestro y siniestro, por favor. Defiéndenos a tope, no te dejes pisar jamás, pero lo dicho, cabeza fría, corpore sano. Y Arda, por Dios, no podemos ir lanzando botas a jueces de línea sin ton ni son. ¿En qué hostia puta andas pensando, me cago en mi puta madre? Mario, de verdad, ¿La expulsión era necesaria?
En fin. Tenemos mucho que disfrutar todavía, que emocionarnos, muchas cuentas pendientes por ajustar, muchos partidos por disfrutar, la Champions, la Liga, el tercer o el cuarto puesto, por favor, sigamos sintiéndolo como si fuese el último de nuestra existencia. Miremos hacia adelante, corrijamos nuestros errores, levantémonos y sigamos compitiendo tal y como va en nuestros genes. Se avecinan días durísimos. Nos estaban esperando, y, me temo, que, esta vez sí, les hemos dado motivos para que saquen sus tanques en nuestra contra. Prietas las filas, a las barricadas, pues. El temporal no ha hecho más que comenzar. ¡Forza Atleti!