¿A vosotros os gusta la Navidad? Yo soy de los que pienso que son unas fiestas hechas por y para los críos. Ellos sí que las disfrutan de verdad. Sin preocupaciones, sin dolores de cabeza … son días llenos de magia e ilusión. Esos adornos en casa, ese Belén con las luces puestas, esas Nochebuenas en el pueblo, el La Roda de Albacete, con mis abuelos, con todos mis tíos, con mis primos, con parte de amigos del alma. Juntadas de hasta 20 y 30 personas. Unos recuerdos inolvidables.
Perdonen un momento … Luis Filipe, ¿Qué haces? Hostias, vaya contra que hacen estos … Baptistao solo … Madre mía, qué vaselina, que casi va al banderín del córner … Perdonen la interrupción.
Y luego estaba la noche de Reyes (eso de Papa Noel jamás ha ido con nosotros, lo siento). Ese poner las zapatillas, un trocito de turrón y una copa de coñac en el balcón. Esa noche dando vueltas, soñando sin parar. ¿Quién no jura haberlos visto alguna vez? Os aseguro que yo, varias. Y oírles también.
Espera … Coño, si está jugando Griezmann … ¡Penalti! Joder, cómo se ha tirado el gilipollas … La lástima es que no le han sacado tarjeta. Hala, ya te puedes volver a poner tu disfraz de desaparecido … “Amor”.
Luego, de más adolescente, estaban las fiestas que hacíamos en la casa vieja de los abuelos de Martín. Brutales borracheras, ligues a mogollón, ibas luego de fiesta en fiesta recorriéndote el pueblo (uno, con cuidado, que era forastero, y, en esa época, había que andar con pies de plomo con los mozos del lugar … con las mozas, sin embargo, todo era mucho más sencillo. Ahí, precisamente, ahí, residían todos los problemas … Y en la ingesta descomunal de alcohol, claro). Después, unas buenas gachas pelados de frío a las 8 o 9 de la mañana, y a sobar como Dios. Podíamos con todo.
Cuidado … coño, el francesito vuelve a aparecer. ¡vaya pase a Gameiro! Solo, solito, solo … Pero hombre, por Dios … O cruzas el balón, o se la dejas a Saúl. Madre mía, qué desesperación.
Posteriormente, y recién estrenada la mayoría edad, comienza la época de las macrofiestas. Te gastabas un pastón, pero te garantizaban todo: alcohol y mujeres a mogollón, descontrol total, primeras marcas, diversión, desenfreno… Luego siempre acababa en nada. No te comías un saci, te las veías putas cada vez que ibas a por una copa (al final de garrafón, garrafón), y, para colmo, a veces palmabas la chupa y todo, aunque la dejases en el macroropero. La primera de las grandes mentiras. La macrogranmentira.
Vaya mierda de punto que vamos a conseguir … Espérate, que esto no ha acabado, Manolo. Vaya contra del Espanyol …Vaya la que le ha hecho Piatti a Augusto, o a Savic … En el fondo, ¿Qué más da? Vaya pase del malnacido vikingo a Sergio García … Y vaya clase qué tiene este último … Tendrá 50 años y seguirá igual. ¡Qué golazo!
Y, al final, llega la realidad. Pasas lista, y empieza a faltar gente, y más gente (cada día te quiero más, mamá). Te das cuenta de que lo de los Reyes no es como te contaron. Te desespera el gasto absurdo que tienes que hacer durante estas fechas (lo tengas o no lo tengas), la cantidad de comida que se tira. Te da muy mal rollo por la gente que está sola, o en la calle tirada. Te hastía tanta puta cena, tanta celebración, tanta falsedad en la peña, tantos maratones en la tele diciendo que “qué buenas personas somos, sed también vosotros tan buenos como nosotros”, tanto puto anuncio de colonias hablando en idiomas ininteligibles, la puta lotería que jamás te toca (cuanto más juegues, peor, garantizado). Entonces, das la vuelta al reloj de arena, y ves la misma caer hasta que se acabe todo esto, hasta que se vacíe, y te das cuenta de eso … que es, en el fondo, todo esto … Una gran mentira.
Tal y como fue el partido de ayer del Atleti. Uno puede jugar una vez a la ruleta rusa y salirle. Y, quizás ,hasta dos y tres veces. Pero esto ya cansa, porque todos sabíamos que iba a terminar pasando. Y, aunque hubieran ganado … Oigan, no. Está muy bien eso de ser el equipo molesto, tocapelotas y tal, pero espectáculos como los de ayer, ya no, macho … Es que no hay por dónde pillarlo. La gran mentira.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Sergio García. Uno de los peloteros con más clase que uno ha visto sobre un terreno de juego. Claro ejemplo de jugadorazo infravalorado.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
No es un partido para señalar a nadie, la verdad (porque no se salva ni San Apapucio, vamos), aunque, si yo fuese el Cholo, me sentaría junto a Correa, le haría ver los minutos que disputó, y me gustaría escuchar de su boca qué es lo que intentó hacer en cada disparate con que nos deleitó en cada acción que participó el menda. De verdad, que el Valencia se lleve al tal Lautaro ese. Estoy hasta la polla de las putas mentiras argentinas. Otra gran mentira.
ÁRBITRO:
Melero López. Casi perfecto. Si hay algo que decirle, es por qué no amonestó al francesito amoroso en su simulación de penal. Poco más.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 4 GRADOS).
Lo bajo 3 grados, y esta vez sin coñas. Ya sé que se han tirado un año sin palmar y tal, y tiene un mérito acojonante, y, además, joder, algún partido iban a perder, pero, sinceramente, lo de ayer es para sacarse los ojos de cuajo, vamos. Jamás me he ido a la cama con tal estupor ante lo que tuve que contemplar.
Y nada. El próximo partido, en Lleida, en la Copa. Imagino que, por fin, sacará a Diego Costa, que, hoy por hoy, es mi auténtica gran ilusión (Vitolo es muy bueno, pero no me da buena espina el tema, cuando alguien no viene de buenas maneras, chungo cubata, Dios siempre anda vigilando estas cosas). Eso sí, aunque la crónica les suene pesimista, desengañada y tristona, para ustedes, por siempre, y para siempre, lo mejor de lo mejor. Sea la época del año que sea. Escrito queda.